martes, 28 de enero de 2014

¿Una razón por la que seguir?

Casi imposible encontrarla. No voy a mentir, no es fácil tener un motivo por el que continuar. Pero,  ¿y por qué no continuar por el simple hecho de encontrarlo?

A veces no sé que decir, no sé cómo responder a lo que pasa a mi alrededor. La verdad, es duro no tener una palabra de aliento para los que quieres más que a nada, no poder hacer absolutamente nada y que todo lo que intentes, digas o hagas solo sirva para empeorar las cosas, para hacer más daño. Frustración. Sí, supongo que es la palabra.
Esconder no sirve de nada, mentir no sirve de nada, engañarte a ti mismo no sirve de nada. ¿Y sirve hablar? ¿Sirve de algo decir la verdad o sacar afuera tus preocupaciones y miedos? Sinceramente no lo sé. Pero, en el caso de que ninguna de las dos cosas sirviera, ¿por qué no intentarlo? 
Entiendo más de lo que debería, entiendo esta situación más de lo que quisiera y aún así estoy completamente bloqueada... Supongo que ese es el motivo, que no puedo responder en contra de algo que también he podido llegar a vivir. 
Solo sé que sentir que no debería estar aquí, sentir que no hay nada que pueda querer de mi misma, que no hay nada que realmente merezca por mis méritos, es horrible. 
Lo odio. 
Casi más que a mí. 
Por eso no me rindo. Por eso no dejo que mi mente me diga todo lo que no soy, todo lo que hago mal, todo lo que reconozco en mi misma. Por eso no me parece justo permitir que todo lo que he vivido y lo que me queda por vivir se empañe por recuerdos insoportables y voces mentirosas que resuenan en mi cabeza. No es justo. Así que, solo piensa: ¿qué odias más: a ti o a sentirte así? 
No, en dos semanas las cosas quizás no cambiarán pero quizás en un poco más de tiempo sí. Quizás un día alguien te de una charla que te abra los ojos. Quizás algún día te canses de verte así y te rebeles contra ti misma, quizás algún día algo te haga cambiar de opinión. Sé que parece improbable, sé que parece una estupidez, sé que quizás para ti no haya dicho nada en estas más de treinta líneas y también sé que no me crees. Yo tampoco me lo creo. Pero Quiero creérmelo. 

A veces la diferencia está en lo que quieres creer, y no en lo que de verdad crees. 



Por favor, solo sigue intentándolo y deja que los demás lo intenten por ti, aunque sea absurdo, inútil o imposible. Solo deja que te acompañen.