A vosotros.

Gracias.
Gracias por darme vida, por hacerme quien soy.
Por ser aire en mis pulmones, mis lágrimas y sonrisas.
Por llevarme lejos, por salvarme de esta Tierra muerta.
Gracias por darme poder, por enseñarme a vivir.
Gracias por enamorarme, por hacerme odiar.
Por romper mis esquemas.
Por hacerme quien soy, por regalarme mis pensamientos.
Gracias por emocionarme, por hacer que se me erice la piel.
Gracias por hacerme reír, por vuestro ingenio.
Por venir, por ir, por nacer y por vivir para siempre.
Gracias Libros, mis amigos, mis mejores amigos, mi billete de ida.
Gracias por existir.

 

 

Amor

Querer más y pedir menos. Ir rápido y desear más tiempo. Dulzura y fuego, paz y guerra. La valentía de un cobarde y el miedo de un temerario. Esconder, mostrar, buscar y no hallar. Despertarse estando despierto, dormirse estando durmiendo. Llorar eternamente y sonreír sin motivo aparente. Caricias verdaderas y besos insulsos. Abrazos sinceros y palabras vacías. 

Todo eso y más es amor, sobre todo el más. 

Porque no solo hay un amor, no solo hay unas palabras que lo expresen ni un poema que lo defina. El amor nos rodea y a la vez está dentro. Esta en el alma y está en la mente, pero también está en nuestras manos y nuestros ojos. Amor son tantas cosas y a la vez tan pocas, tan simple y tan complicado. Todos los pueblos, todas las naciones y en todos los tiempos han buscado el amor, la forma de definirlo, de expresarlo. Y aún, nadie ha dado con la fórmula perfecta, imbatible. Siempre queda algo que decir, siempre quedará algo que decir, algo que gritar y algo que cantar. Porque, ¿cómo definir algo infinito con un número finito de palabras?